Los educadores, por su parte, han trabajado arduamente para adaptarse a las nuevas modalidades de enseñanza y están ansiosos por retomar la interacción directa con sus estudiantes. El regreso a las clases presenciales permite una mayor participación, retroalimentación inmediata y una conexión más profunda que a menudo es difícil de lograr a través de las plataformas virtuales. Si bien el regreso a las aulas es un motivo de celebración, la prudencia y la flexibilidad son clave. Las autoridades están preparadas para ajustar las medidas según la evolución de la situación sanitaria, y se anima a la comunidad educativa a seguir las pautas establecidas para garantizar un ambiente seguro y saludable para todos.
El regreso a clases en enero en la Ciudad de México es un paso positivo hacia la normalidad y un recordatorio de la resiliencia de la comunidad educativa. A medida que los estudiantes ingresan nuevamente a las aulas, se abre un nuevo capítulo en la historia educativa de la ciudad, lleno de oportunidades para el aprendizaje, el crecimiento y la reconexión.