Uno de los cambios más notables que dejó el iPhone 5 tras su presentación, aparte de su pantalla de 4 pulgadas, fue que por primera vez un dispositivo iOS no venía con el conector de 30 pines habitual, sino con un conector Lightning, que después también asumirían los nuevos iPod y iPad. Las principales bondades de los cables Lightning son ocupar menos espacio, ser ambivalentes, y ser más veloces que el de 30 pines. Las desventajas: no ser un estándar como el micro-USB, y… dejar la fabricación de cables y accesorios en manos de Apple. Incluso a posteriori.
Conocido es por todos que los precios de Apple no son precisamente asequibles. Aunque estén muy bien hechos, no existe una opción económica para comprar cables Lightning, salvo que nos vayamos a los accesorios no-oficiales. Se podrían agrupar los accesorios en tres categorías:
- Oficiales de Apple
- Autorizados por Apple
- No autorizados por Apple
Y los cables Lightning pone en jaque a estos últimos, que en su mayoría se tratan de réplicas que vienen de China, con componentes de muy baja calidad. Para contextualizarlos, me estallaron dos, literalmente, mientras cargaba el iPhone. Uno de los fabricantes de este tipo de accesorios, Mophie, ha desvelado el control que ejerce Apple sobre los accesorios para sus productos: mediante el chip de autenticación de los cables Lightning, Apple podrá vetar el funcionamiento de quienes no se ajusten al programa MFi de autenticación por el que debe pasar todo fabricante que quiera comercializar accesorios para dispositivos iOS.
En cualquier momento, Apple tiene la capacidad de lanzar una actualización que deje inservibles los accesorios de la tercera categoría. ¿Qué se gana con ello? La fiabilidad de que los accesorios que compremos serán plenamente funcionales y tendrán la garantía de no fallar de forma repentina como me sucedió a mí, por ejemplo. ¿Qué se pierde? Lo que a veces suele ocurrir con Apple: la libertad de poder escoger, el aperturismo a que cualquiera pueda crear una alternativa económica y comercializarla.