El programa se catapultó a la fama debido a dos factores; la audiencia y el equipo.
Por una parte, decenas de personas llamaban a diario para contar anécdotas y experiencias paranormales con todo lujo de detalles.
El equipo estaba confirmado por personas especializadas en distintos ámbitos: demonología, religión, psiquiatra, parapsicología y un presentador que trataba todo con el debido respeto
Para resumir más la historia, cuando este vato era joven su familia presentó problemas económicos y él tomó el camino fácil. Tras muchísimo tiempo e intentos fallidos, logro contactar con un demonio.
El ente le enseño a hechizar personas y conseguir todo lo que el quisiera, siempre a cambio de algo, obviusly. Al principio eran sencillos rituales con velas y tal.
Con el paso del tiempo, empezó a subir de tono, empezó a sacrificar animales y llegó al extremo de sacrificar a un recién nacido.
Finalmente, el demonio le ofreció el legendario anillo de Salomón y para esto tenía que matar a su un familiar.
Josué mato a su abuela y consigio el anillo. Así a la de ya hombre, pobre mamá coco.
Relata que llegó a conseguir hasta 15mil dólares en un día pero se le obligaba a gastarlo todo en día, no podía donarlo ni compartir con sus familiares. Al tener lazos con el diablo, Josué tenía compañía indeseada en todo momento, espíritus buenos o malos, pero siempre recordándole que al llegar su muerte, su alma iría derechito al infierno.
Cansado de todo este acoso, Josué busco ayuda a distintos brujos, chamanes, diferentes religiones, pero todos le dieron la espalda y le dijeron que era imposible romper su pacto con el diablo.
Desesperado, el vato acudió a Juan Ramón Sáenz en busca de ayuda. En directo, esa misma noche el Pastor Roberto Guazo le ayudo a recitar unas oraciones que supuestamente lo liberarían.
Conforme iban rezando se empezaron a escuchar risas, gruñidos, voces y todo tipo de ruidos extraños.
Muchos espectadores, esa misma noche, experimentaron cosas paranormales. Susurros incorporeos, pasos, luces que se prendían y apagaban durante la transmisión, incluyendo también a todo el equipo.
Incluso se cuenta que una pantalla en el estudio se quebró de punta a punta sin que nadie la tocara.
Según varias fuentes, Juan Ramón Sáenz busco a Josué pero no obtuvo respuesta. Se rumoreaba que se había ido a un monasterio, que se había suicidado entre otras cosas.
Años después concedió una entrevista al programa Extranormal bajo algunas condiciones:
1.- No se mostraría su rostro.
2.- La úbicacion no sería revelada.
3.- Juan Ramón Sáenz tendría que estar presente.
Se llegó el día de la entrevista, para muchos la condena de Sáenz.
Josué llevaba una capa de piel de algún animal y un hueso humano que supuestamente los usaba como protección.
En la mano derecha traía un guante negro que tapaba el anillo que había intercambiado con el Diablo, se dice que a todos los saludo con la mano izquierda, menos a Juan, a quien saludo con la mano derecha :0.
En la entrevista se les ve incómodos, al señor Sáenz en especial que no paraba de removerse inquieto. Josué les contó que estaba a punto de liberarse de su trato, que ya solo le faltaba un pequeño paso.
Para alivio de todos, la entrevista finalizó.
Pero la cosa no acaba ahí, días después empezaron a ocurrir eventos sumamente raros e inquietantes:
El camarógrafo fue intervenido de urgencia por una hernia.
Mario Estrada, el conductor, tuvo un terrible accidente.
Y el 29 de mayo del 2011, Juan Ramón Sáenz falleció.
Obviamente los espectadores empezaron a formular teorías de lo sucedido y todos los dedos apuntaron acusatoriamente a Josué, quien se defendió diciendo que había alguien que lo había querido matar, pero que él no había sido.
Una de las teorías más fuertes apunta a qué el único método de «salvación» era una alma por otra alma. Y que sumado a que la entrevista tenía pinta de ritual (se realizó en medio del agua), solo saludo al locutor con la mano del anillo y que había comentado que solo le faltaba una pequeña cosa para liberarse del trato se llega a la conclusión de que el alma que tuvo que pagar fue la de el queridísimo Juan Ramón Sáenz, el hombre que en un principio lo ayudo de forma desinteresada.