El día de hoy me preguntaron si sabia cuales eran las consecuencias de no dormir o de dormir poco, así que me di a la tarea y me encontré este articulo el cual cito (al final les dejo la fuente original)
Parece que esta pregunta deambula por muchas más cabezas de las que imaginamos. Varios amigos míos aseguran padecer de insomnio, aunque finalmente pegan los ojos después de algunas horas. Yo mismo lo he pasado, especialmente cuando el estrés de la escritura me taladra el cerebro. Pero estas experiencias no se comparan con algunos casos espeluznantes. Recuerdo una entrevista en la que el guitarrista Stone Keith Richards contó que en una ocasión se mantuvo nueve días sin dormir. Y no fue la única vez: «pasé seis o siete días sin dormir muchísimas veces. No era para probar nada a nadie. No me interesaba mostrar que era un duro. Era una manera de conocerme mejor», dijo el hombre. Alguien dirá que si logró esa vigila extrema debió ser con ayuda psicotrópica. Y bueno, Richards siempre ha dicho que nunca tuvo problemas con las drogas, sino con la policía. Su caso figura en el libro «Historia Universal del insomnio» (2004),del periodista y psicoanalista argentino Pablo E. Chacón. Por cierto, no es el más extremo.
Partamos por decir que según algunas fuentes médicas una persona duerme un promedio de 185 mil horas durante su vida. ¿Cuánto es eso? Pues el nada despreciable lapso de 21 años. De modo que no resultan extraños los experimentos para ver cuánto puede resistir despierto un ser humano, acaso para sacarle más provecho al tiempo. Un caso célebre fue el del locutor radial estadounidense Peter Tripp, quien en 1959 aceptó someterse a una prueba de resistencia con fines filantrópicos. No solo debía mantenerse despierto todo el tiempo, además tenía que realizar su programa diario como si nada pasara. Bueno, Tripp empezó en sus cabales, pero en los días siguientes experimentó alucinaciones y estados de paranoia: veía arañas, ratones, empezó a sentir que era víctima de una conspiración. Lo curioso es que a la hora de su programa se calmaba y hasta era capaz de contestar llamadas del público. Resistió 201 horas antes de caer desplomado. Su hazaña fue superada poco después por un colega de Honolulu.
En 1965 el récord pareció llegar al tope cuando el estudiante Randy Gardner se sometió voluntariamente a un experimento de privación del sueño que tenía como meta once días de vigilia. El tipo no tomó ni siquiera un poco de cafeína, eran sus amigos y médicos quienes lo mantenían despierto hablándole o haciendo ruido. «A medida que pasaban los días, Gardner empezó a demostrar dificultades en el habla, le resultaba casi imposible enfocar sus ojos en un punto, sufría mareos, le costaba recordar cualquier cosa que hubiese dicho un minuto antes y se veía mucho más afectado por las alucinaciones. En una ocasión vio cómo una pared se disolvía ante él, convirtiéndose en una visión de un camino en medio del bosque», se indica en el estudio «Neurological Findings After Prolonged Sleep Deprivation» (Archives of Neurology 12:399-403), de JJ. Ross. Gardner cumplió su objetivo al borde del colapso, pero durmió catorce horas y se despertó como nuevo.
El problema es cuando uno no se resiste a dormir, sino que simplemente no puede. El caso más alucinante es el del cubano Tomás Izquierdo, quien en su juventud tuvo un problema que le cambió la vida: «A los trece años fue víctima de una encefalitis aguda que dañó, aparentemente de forma irreversible, las áreas de su cerebro relacionadas con el sueño», refiere Pablo E. Chacón. El detalle que faltaba: ese episodio ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Desde esa época el hombre no duerme. Y no es una especulación, se encarga de precisar el autor argentino. «Según el psiquiatra García Fleites, que ha intentado por todos los medios (medicamentos, hipnosis, terapias de electroshock) que Tomás recupere el sueño, su caso ha servido para verificar la hipótesis que disparó la investigación neurobiológica del dormir: incluso en reposo, la actividad cerebral de Izquierdo es la de una persona despierta». El humor caribeño de la isla lo ha bautizado como Tomás, el que no duerme jamás.
Si nos atenemos a la cifras puras y duras, el récord lo tiene el estadounidenseRobert McDonald, quien en 1986 resistió casi 19 días sin dormir. Según Keith Richards, que aguantó menos, la experiencia es alucinante: «Todo es un hermoso borrón, hasta que uno se cae y se rompe la nariz. Tengo algunas cicatrices. Sólo los testigos pueden decirte cuánto hace que estás despierto. La gente entra y sale, y uno sigue allí, continuando una conversación que empezó hace cuatro días. Fue un lugar interesante para estar. Pero no lo recomiendo». Palabra de Stone.
Fuente: http://blogs.elcomercio.pe/elclubdeloinsolito/2007/11/post.html